En abril de 2015 surgió la oportunidad de asumir la gestión de la asociación de madres y padres del CEIP Emilia Pardo Bazán, un centro de “línea 3” del barrio de Los Rosales de A Coruña con más de 650 alumnos y alumnas en plena evolución y modernización en ese momento con la construcción de un nuevo módulo para educación infantil
Tras cuatro años de gestión y a las puertas de dejarlo en el próximo mes de abril, creo que quizá puede resultar útil realizar una serie de cosideraciones sobre las posibles mejoras de lo que en los momentos de mejor humor llamamos “Comunidad educativa” (un resumen más amplio de nuestra actividad en estos cuatro años se puede consultar en el siguiente enlace).
Asumir con un grupo de personas casi desconocidas la actividad ordinaria de una asociación ligada a la educación como elemento más relevante de la vida de nuestras familias supone responder de inicio a la pregunta siguiente: ¿vengo a sumar o vengo a figurar? Son los dos perfiles más habituales en cualquier asociación.
En el caso de una asociación como el Anpa Milnenos que venía de 2 años de estabilidad después de una situación complicada, lo más sencillo habría sido mantener lo conseguido y “figurar”. Creemos que no ha sido así y de esa decisión surgen las DIEZ CONCLUSIONES siguientes:
1.- Las actividades extraescolares deben aportar un valor añadido a cada centro en función de sus espacios, capacidad económica, voluntad de las familias, del equipo docente, etc. Le tocará a la administración competente compensar las diferencias entre los centros para alcanzar un nivel común y siempre el mejor posible.
Las actividades no son, en nuestra opinión, un servicio de canguros. En un centro en el que gestionamos las actividades extraescolares en la actualidad con más de 15 empresas y asociaciones y tenemos más de 40 grupos y 550 inscritos (muchoo/as en diferentes actividades), la variedad ha aportado una calidad de ocio de 4 a 6 de la tarde a la que no podemos ni debemos renunciar. Es el colegio con el que las personas de la directiva soñamos y a alcanzarlo hemos dirigido nuestros esfuerzos.
2.- La modernización de los trámites como paso previo innegociable para una posibilidad de conciliación trabajo-familia-Ampa. Si gestionamos mucho, debemos hacerlo de forma eficiente. Tras un año de sufrimiento de papeles y datos, la utilización de una aplicación informática de gestión nos ha permitido agilizar y mejorar los trámites, dotar de transparencia a nuestra actividad para las familias y reducir el tiempo presencial en el centro. Ha sido un beneficio para todos y permite a otros valientes atreverse a continuar o empezar de cero en la asociación con toda la información necesaria.
Quizás hemos alejado la “relación” que podía existir en el local (incluida la tensión que conllevaba en aquellos inicios de cada curso) pero quien ha querido nos ha asaltado cariñosamente casi siempre por la calle o en el parque. Es lo que tiene un colegio de barrio.
3.- La profesionalización de la actividades extraescolares y el creciente volumen económico de las Ampas. El voluntariado sólo debe existir por parte de las familias socias. La realización de actividades debe profesionalizarse y garantizar condiciones laborales de calidad para las personas que realizan actividades con nuestras hijas e hijos.
Hemos multiplicado los ingresos de las entidades con las que trabajamos. A cambio, les hemos exigido la máxima seriedad y calidad posibles, llegando a rescindir los contratos que no han llegado a las expectativas deseadas. De la empresa que asume el catering como contrato más “goloso” hemos exigido y aparentemente ha respondido: han suprimido el papel en los trámites, becan a varias familias, asumen los costes de las celebraciones de fin de curso, etc. Y han asumido la constitución de una garantía para responder de posibles incumplimientos.
4.- La posibilidad y necesidad de discrepancia y crítica. El uso de encuestas de calidad cada curso hace que todo lo que se expone a crítica de las familias usuarias al finalizar el curso y se analiza objetivamente, es siempre susceptible de mejorar.
Puede que algunas críticas aprovechen el anonimato para algún “dardo” no muy objetivo, pero es más lo que siempre hemos ganado que lo perdido. La práctica totalidad de las nuevas actividades propuestas con origen en las encuestas se han iniciado y consolidado en el curso siguiente.
5.- El idioma de la administración: autorizaciones y normativa. La administración ha modernizado sus trámites en gran medida, pero quizá no ha modernizado su lenguaje y su capacidad para hacerse entender. Una ONG sin estructura o personal especializado no puede dedicar horas a entender la documentación necesaria para presentar una subvención, no puede saber todos los trámites jurídicos para un cambio de directiva o para solicitar el uso de instalaciones y atender a los plazos de todos y cada uno de los trámites.
La administración puede y debe llegar con mayor claridad, debe simplificar trámites (y eso no sólo es informatizarlos). Y debe sobre todo justificar y no sólo publicitar las medidas que afectan al día a día de la educación de las familias como sector clave del futuro de la sociedad.
6.- Las subvenciones o como crecer acompañado de financiación. Para cada actividad que genera un gasto mayor que el ingreso que obtienes siempre hay una posible subvención. Algunas administraciones facilitan los trámites, algunas no. El problema es que no todas las Ampas contarán entre sus componentes con quien gestione la documentación y conceptos necesarios, pero sí debe existir una federación que asesora y multitud de empresas y/o autónomos interesados en asesorar y vender sus servicios.
Nuestro colegio probablemente tiene desde hace 4 años el campamento de verano de los más baratos. No sólo porque ahora colabora la Federación y el Ayuntamiento en 3 de las 6 semanas, sino porque hemos apostado siempre por abaratarlo lo máximo posible para que todas las familias socias puedan beneficiarse. Y la diferencia la cubrimos con nuestros recursos y subvenciones.
7.- La aportación de voluntarias y voluntarios como diferencia necesaria. Como afirmó un compañero en un momento de crisis de realismo: “no somos la directiva de una asociación, somos un consejo de Administración que trabaja gratis y reparte beneficios”. Con una masa social que ha crecido durante cuatro años a un ritmo del 10% cada año, reunir a 15-20 personas voluntarias para las actividades que lo requieren (fiestas, acompañamiento en salidas del centro,…) ha sido un éxito, pero creemos que debería ser mayor ese porcentaje en la implicación del día a día.
Es quizá una asignatura pendiente, pero debe partir de que la jornada laboral y la situación familiar de cada persona, deja para lo demás un margen “quizá” escaso. De ahí nuestro mayor reconocimiento si cabe a aquellas personas que se han acercado a ayudar.
8.- No todo será tranquilidad. Y es un aviso serio a navegantes. Las redes sociales, la crudeza de las opiniones, los juzgados,… todo lo que tiene de positivo implicarse en una asociación lo tendrá en ocasiones de negativo. Son pocos momentos, pero de tanto calado, tan estridentes, que podrían desequilibrar a la persona más sensata.
Sólo es un aviso, con el que quizá debería haber empezado esta aportación. Es un consejo para ser reflexivos y pensar en el fin común que se persigue al participar en estas entidades. Respirar, evitar la confrontación… y ser contundentes cuando la ocasión lo requiera.
9.- La formación de las familias como actividad añadida. Hace dos cursos empezamos “de la mano” de la ONG Ayuda en Acción una Escuela de madres y padres del Anpa y el Ceip. No hemos sido en esto pioneros porque muchos centros en Galicia ya hace años que desarrollan proyectos similares. Lo hemos hecho con la colaboración de una entidad, con financiación suficiente, con ponentes competentes y en asuntos de interés motivado y actual.
El resultado del primer año fue realmente esperanzador con una clausura que puede resumir el interés demostrado, constatable en imágenes (como ejemplo el vídeo de clausura). El segundo año es el más difícil. Superada la emoción y sorpresa iniciales, como en todo proyecto en el que la rentabilidad no es en apariencia un beneficio “tangible” para las familias (no es una fiesta, no es tiempo de conciliación, etc). Pero el esfuerzo debe seguir como en todo en lo que se cree. Y si erramos, rectificar y cancelar aquello que no resulte interesante, aunque creemos que algunas actividades no deben estar sujetas sólo a resultados.
10.- Dejarlo a tiempo y la necesidad de reciclarse. Este último un motivo tan bueno como el que más para dar paso a los demás. Evitar caer en el error de que sólo como uno lo hace está bien.
Una recomendación sólo por último, asumir como propia y cada vez más profunda la condición de cada Ampa como elemento pujante de la Comunidad Educativa. Pero ello sólo es posible comprendiendo que está formada por personas que aparcan su tiempo de ocio y familia para dedicarlo a los demás, pero personas al fin. Con sus ideas, con sus filias y fobias, que como grupo de personas deberán saber gestionar para primar el bien común.
Lo anterior tiene impacto en la relación Administración educativa-Ampas. En ocasiones se atribuye a las Ampas una serie de riesgos que quiero considerar poco frecuentes, incluso más bien opiniones necesarias en el seno de los órganos de participación como el consejo escolar, que en supuestos excepcionales han podido derivar en discusiones sobre el funcionamiento del centro. Pero discutir educadamente también es mejorar.
De la misma forma, la creencia de una posible politización de las directivas de las asociaciones no debe hacer olvidar que las personas, con sus ideas políticas, siempre han estado en las directivas de las Ampas en igual medida que en cualquier asociación. No pasa nada, e incluso mejoran en igual medida los centros educativos y la comunidad educativa en general.
Con casi 490 socios en nuestra asociación (sin haber llegado a 500 como una de los “objetivos” pendientes), con 9 personas muy diferentes en la directiva, “creemos” haber sabido aportar con nuestras ideologías y coordinarnos para mejorar en la medida de lo posible nuestro centro. Sin exigir una línea política o una adhesión sin fisuras a nuestras familias socias, ni al equipo docente, ni al equipo directivo del centro.
Para finalizar, no acepto la aparente y terca realidad de que sólo hay 7 o 9 personas (de entre aproximadamente 900 o 1.000 tutores y tutoras) capaces de destinar parte de su tiempo libre en mayor o menor medida a ayudar activamente. Siempre es cuestión de decidir entre prioridades, y de priorizar aquellas que son relevantes, al menos durante dos años.
En fin, cuatro años después dejo la directiva del Ampa en abril. Con capacidad de decisión y responsabilidad sobre muchos miles de euros y sin un euro “extraviado”. Es la única asociación a la que voy a pertenecer activamente al menos catorce años. Ha sido un estrés evidente, pero muy recomendable.